Los pueblos pequeños tienen un encanto especial, con toque medieval en sus calles y aromas agradables por sus calles. En York fue olor a chocolate en un frío día de invierno, y aquí ha sido olor a leña, en un día de final de invierno que no hubiera envidiado a un día de diciembre (incluyendo unas pinceladas de nieve y lluvia, que amenazaron con amargar el día a intervalos irregulares).
Rothenburg ha sido lo que se podría llamar "amor a primera vista". Viendo fotos por Internet, y viendo que estaba en Baviera, decidí que este pueblo tenía que ser visitado, a toda costa. Aprovechando las vacaciones intersemestrales, y el Bayern ticket, nos plantamos allí un domingo de mediados de marzo. Y aquí viene la parrafada correspondiente, por si alguien pasa y siente curiosidad por visitarlo.
Dónde está
Comencemos por el principio. Rothenburg es un pueblo lleno de historia a sus espaldas, con poco más de once mil habitantes, situado en la zona noroeste de Baviera, al sur de Alemania. Es uno de los pueblos que forman parte de la Ruta Romántica, y se puede llegar a él fácilmente (bueno, dos transbordos de tren y unas tres horas de viaje) desde Múnich. La estación de tren se encuentra a unos 5-10 minutos de la ciudad. Si vais sin mapa es una buena idea hacerle una foto al que hay en los alrededores de la estación, para poder llegar a la Oficina de Turismo sin problemas (oficina que, por cierto, se encuentra cerrada los domingos, con un stand de mapas fuera al estilo "sírvase usted mismo". Viva Baviera.).
Qué ver
Como la ciudad es pequeña, se puede visitar toda en un día. El Ayuntamiento, iglesias varias, el museo criminal medieval... al pasear entre sus calles os podréis deleitar con las maravillosas casitas medievales, cada una de un color, muy bien pintadas y conservadas (de las cuales recibiréis una inundación de fotos al final del post). Y como colofón final, una visita a los jardines del castillo, para disfrutar de las buenas vistas en los alrededores de la ciudad, y la muralla. Cuidado con esta última, pues está llena de escalones empinados y de subidas y bajadas algo irregulares.
Si el lector es goloso, podrá además picotear en alguna de las numerosas pastelerías que tiendan a los paseantes en las calles centrales de la ciudad. (Las Schneeball son típicas de esta ciudad).
Si además pernoctáis en la ciudad, por Internet recomiendan tomar la Night Watchman's Tour, en la que, durante una hora, se visitan distintas partes de la ciudad, mientras el guía, vestido con ropas medievales, va contando la historia y anécdotas del pueblo.
Una de las cosas que más me llamó la atención durante la visita fue la cantidad de turistas japoneses. Los menús de los restaurantes, los carteles de las tiendas, ¡estaba todo en japonés! Y de los letreros que poblaban parte de la muralla, una parte considerable estaba en japonés, con nombres de personas o ciudades. ¿Por qué? Según la Wikipedia, la presencia de tanto japonés se debe al anime "A little Snow Fairy Sugar" , o ちっちゃな雪使いシュガー ), y se ve que con los años la fama de la ciudad ha ido aumentando más y más. La presencia de los carteles japoneses en la muralla se debe a la reconstrucción de la misma después de su destrucción por los americanos durante la Segunda Guerra Mundial. Los carteles indican quiénes han sido las personas/entidades/ciudades que han donado dinero para esa reconstrucción.
Para finalizar, dejo unos artículos con más información y fotos sobre la ciudad, y una pequeña muestra fotográfica personal de la ciudad.
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