De las casitas de madera alemanas pasamos a la arquitectura austriaca, con casas elegantes y tonos cremosos. A 2 horas en tren de Múnich, es un destino muy recomendable para pasar el día, especialmente durante la primavera o el verano. En invierno tiene un encanto diferente, con un ambiente más parecido al concepto que tenemos de Navidad, debido a la nieve y al Weihnachtmarkt (mercado de Navidad) esparcido por parte de la ciudad, pero hace un frío considerable.
Salzburgo es una ciudad perfecta para recorrer a pie. Desde la estación hay un buen paseo al centro del pueblo, pasando por delante del Congreso (donde suele haber gente saliendo de alguna boda), la casa de Doppler, o una de las casas en las que vivió Mozart, personaje que veréis por todos los lados (en el café, el chocolate, tiendas de souvenirs...), pues es la figura representativa de la ciudad.
Siguiendo con el paseo se llega (o se pasa bordeando, según qué calles se cojan) al río Salzach. que ofrece una vista bastante prometedora del resto del día, con la fortaleza en lo alto del Mönchsberg y los primeros edificios del casco histórico. Adentrándonos por la zona se puede ver la casa donde nació Mozart y las calles comerciales en primera línea, y un poco más adelante la Kollegienkirche, la Franziskanerkirche, la Residencia, con su pertinente plaza, la nueva residencia real con el campanario (también conocido como Glockenspiel) y alguna que otra plaza más por los alrededores (que en las dos veces que he estado tenían fiesta: una por tener todos los puestos del mercado de Navidad, y otra imagino que en emulación del comienzo del Oktoberfest).
Por último, queda la fortaleza de Hohensalzburg en lo alto del Mönchsberg. Se puede llegar allí andando o cogiendo un pequeño funicular. Ya que se está por la zona, merece la pena darse una vuelta por la pequeña montaña, desde los miradores (como Richterhöhe) se puede ver tanto la ciudad como la zona montañosa de alrededor.
Y antes de volver a la estación de tren, se puede pasar por el cementerio de la ciudad, donde se encuentra enterrada parte de la familia Mozart o Paracelso.
Para comer, recomiendo callejear por la zona comercial a zonas menos transitadas. Así fue como llegamos al café Beverly, y pudimos disfrutar de un señor Wiener Schnitzel (o escalope vienés) con salsa de arándanos rojos y unas patatas de guarnición. Para chuparse los dedos.
Un postre (o regalo) típico de la zona son las Mozartkugeln (bolas de Mozart), que son unas bolas de chocolate y mazapán creadas por Paul Fürst en 1890, y que se han convertido en otro elemento simbólico de la ciudad. Recomiendo este artículo de la Wikipedia donde explican su historia y las diferencias de las kugelns entre las distintas marcas.