A los reyes daneses les encantaba tener palacios por todas partes (aunque bueno, ¿a qué rey de esa época no le gustaba?), así que el rey
Christian IV decidió construir uno en
Hillerød, a unos 40 kilómetros de Copenhague, sustituyendo al que había anteriormente, el de Frederik II. Está situado en una zona preciosa, al lado de un lago, y con unos jardines bonitos y bien cuidados. Visita altamente recomendada si se está de visita por Copenhague durante varios días.